Gente culta, abróchense los cinturones que ¡¡¡aquí vienen los IG NOBEL!!!

En efecto, amantes de la ciencia, la suerte que tienen todos de que yo sea tan holgazana aunque tan brillante, porque vean que en los tres minutos que llevo buscando qué se hizo de los IG NOBEL 2022, ya les puedo presentar un prolijo abstract de las interesantes e imprescindibles cuestiones que se han estado ventilando recientemente en el ámbito científico. Esto podría venir bien a los seres pensantes de todo el mundo: aquí en Argentina para disipar un poco el considerable embole producido por los diversos tipos de elecciones que vamos a tener (con el subsiguiente desfile de políticos perorando por todas partes), y en el resto del globo para amenizar los últimos coletazos de la consabida pandemia, a la que ya parece que nadie le está dando mucha pelota. Mejor así, que si no se nos va a pegar con la Tercera Guerra Mundial. ¡Vean qué empática y generosa que soy! Pienso en todo.

Así que ahí vamos.

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La fabulosa y monumental tarta italiana de carne

Para el día de la fecha, con 170 º centígrados a la sombra y con viento, tal como viene sucediendo desde diciembre por estas latitudes, podrías sugerir al agotado lector la confección de este excelente plato, debido esto a que vos misma no tenés ganas de cocinar, te están sudando hasta las conjuntivas, los dientes y las uñas, y la miseria necesita compañía. Porque claro, para hacer la tarta va a haber que encender el horno y dejarlo al palo cuarenta y cinco minutos. Muahahahaha! Aunque es verdad que la tarta no requiere demasiado trabajo, aunque sí cierto nivel de experiencia en la técnica y los diversos procedimientos culinarios, y queda riquísima. Si no se quiere morir de deshidratación, mientras se cocina la tarta el querido lector puede irse al balcón o a la terraza a leer un libro, o al balcón para espiar a los vecinos, o algo así. También puede beber una cerveza helada pero cuidado al bajar la escalera.

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La larga marcha

En esta ocasión, y para continuar con estas modestas disecciones de extraordinarias obras de ciencia ficción, traigo a colación este notable libro de Mr. Stephen King, quien, como ya sabemos, nunca desdeña la tarea de acercarnos el horror en cualquiera de sus formas. Muchas cosas en este libro me recuerdan a otro ya reseñado por aquí, El fugitivo. En los dos casos, se trata del horror al futuro. O cierta clase de futuro. Cierta clase muy probable de futuro. La clase más probable de futuro, según cómo van las cosas.

Para mí, éstas son dos novelas cuya lectura no debe soslayarse. Con perdón de los fanáticos, entre los cuales me incluyo, o sea de todos los demás fanáticos, debo decir que ninguno de estos dos libros participa de cierta molesta tendencia en Mr. King, la cual es el andarse por las ramas e incurrir ocasionalmente en refritos de obras anteriores. Lo que, sin atentar contra la calidad de ninguna de sus novelas, siempre me ha hecho preguntarme oh, Señor, por qué, por qué, en un autor de tanto talento.

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Chica mirando a la ventana misteriosa, otra vez. Hay malvones, no parece haber gatos, no hay Lara 13/02/2023 22:38

Después de tantos años, de esos que se cuentan por paquetitos de diez, la chica está otra vez mirando a la ventana misteriosa. La chica no sabe qué ha pasado, pero se siente feliz, como si despertara de un largo sueño. Aunque no encuentra las palabras, aunque ha extraviado las mariposas y los aguaciles y hasta las babas del diablo, ha encontrado de vuelta a la ventana misteriosa. Sigue allá arriba, siete pisos por debajo del suelo, y la luz está siempre encendida, de día y de noche, y la chica se siente especial, y la noche es oscura y húmeda y fragante como si tuviera venas de oscuro cieno, del que usaban los druidas para sacrificar a las doncellas vírgenes, y las hojas de los árboles se acarician en el celeste y el índigo del viento y está todo lleno de ángeles.

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World Wide V: el reinado del brócoli- Capítulo XVI: LA ENSALADA FINAL, PARTE III

En el aciago y silencioso amanecer de Dead Cowboy City no se alzaba ni siquiera un pájaro en vuelo. Los zombies veganos habrían sido demasiada competencia, razonó el Sheriff Billy, en su voraz apetito que pronto habría agotado todos los yuyitos y semillas y aún los hilos para atar matambres que aquellos habrían usado para hacer sus nidos. Junto a la empalizada que rodeaba al pueblo, formada por escobas y otros implementos destinados a mantener lejos a cualquier bicho que reptara, caminara o se arrastrara, Sally fue picoteada en la cabeza por una enojada calandria a la que le importaba lo que se dice un pimiento relleno de arroz, aceitunas verdes, mayonesa y queso cheddar que los expedicionarios estuvieran involucrados en una batalla en la cual se jugaba el destino de la humanidad. Las calandrias comen huevos de otras aves y pequeños bichitos y animalitos y las semillas les fregan una mierda. Probablemente ellas y los caranchos se habían comido todo lo que habían dejado los veganos y ahora anidaban contentísimos. Bueno, salvo en lo que a Sally respectaba.

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