Feliz día del blog Número once

 landscape-1441561__180  Hoy hace once meses que empecé mi blog. Es mucho tiempo, en términos de distancia virtual. Aún no soy la escritora más conocida del mundo. Aún no soy la escritora más seguida del mundo. Aún no sé qué se siente que miles hablen de mi obra cada día; adoren mis cuentos. Comenten mis cuentos. Aún tengo miedo y hay herramientas que no traté de usar. Aún trato de convencerme de que ya estoy lista. Porque he escrito más que nunca en la vida. Como nunca en la vida. Mi blog es como un árbol que echa un brote nuevo todos los días.

   Navego por el mundo todos los días. Conocidos nuevos, cuyas caras nunca veré, me urgen a aprender inglés un poco mejor. Pues no puedo contar. Para ellos, no puedo sentir. Y son hermosas las palabras. Y son hermosas las imágenes. Y el mundo es grande y es bello. Y a veces hay palabras tan importantes para mí. ¿Y si allá afuera, pequeña como soy, hay alguien para quien mis palabras son importantes? ¿Y si mi blog llega a cumplir veinte años? ¿Y si dentro de veinte años, veinte amigos me recuerdan este día? ¿El cuento que escribí anteayer? ¿Dónde estará Gaspar dentro de veinte años? ¿Dónde estarán el desaliento y ese «me siento vacía hoy, me siento desnuda porque no escribí nada»?

   Mi blog es una telaraña impalpable, invisible, pero enorme. Hace veinte años lo veía, tal como ahora es, y no sabía lo que estaba viendo. Aún no he llegado a ese todo que veía. Hay algo más detrás de mi blog. O acaso le falta crecer. Y lo sé como lo sabía hace veinte años, cuando veía mi libro, y la forma que mi libro tenía, y pensaba que era una cosa extraña. ¿Cómo se llama la cosa gigantesca y extraña que ahora veo, siento, detrás de mis ojos? Porque siento, que mi tarea no está terminada.

   Acaso me llegue de la mano de algún amigo que todavía no conozco. Acaso algún amigo estará inventando en este preciso instante la palabra para lo que yo veo y no puedo describir. Seguiré intentando. Mis amigos entrañables, mis amigos de siempre, me llevan de la mano cada día, para que yo exista. Para que sienta las manos.

   Hoy he visto en Twitter fotos que me han maravillado. Fotos de las ruinas fantásticas de la proxyvida mental de nuestra especie tan arrebatadoramente inteligente, tan paradójicamente salvaje. Fotos de los extraños lugares de nuestro pasado. Fotos de las mentes que nos han acompañado y han existido. Y todavía existen a nuestro alrededor. A veces las comprendemos, a veces sólo admiramos la belleza, sin preguntas sobre las increíbles historias detrás. ¿Son mis cuentos como estas fotos, para mi vida?

proxy Vi en particular una foto, acerca de lápidas en un lago de Turquía: la tierra de Gaspar. Un lago maravilloso y alcalino, silencioso, con pocas especies de plancton y una sola especie de pez. Una sola. Un lago de silencio donde la vida es apenas posible. Pero posible. Igual que siempre. Me recuerda a mi cuento Casa en el mar, como me recuerda a Gaspar. Me recuerda a mi blog, existiendo en las sombras, oculto, protegido de roces curiosos y extraños, en el silencio y la luz tamizada del sol que viene desde la superficie. Me recuerda a mí, que pienso que tal vez es cierto lo que el fotógrafo buzo dice, que es mejor que esos restos permanezcan allí, protegidos del mundo hasta el fin de los tiempos, mucho mejor preservados que en un museo en donde languidecerán hasta la desintegración, por el efecto de la luz y del latrocinio de los hombres. Me recuerda a mí, que con terror y aprehensión empecé este blog, porque pensé que si un día yo desaparecía, mis cuentos, mis niños, desaparecían conmigo. Pero también con el temor de que la exposición los expulsaría al viento, convertidos en arena.

   Acaso un día te diré mi nombre. No significará nada para vos, estoy segura, ni para mí. Te lo diré y me dirás si significa algo para vos. Me dirás si estás de acuerdo. Me dirás si decir mi nombre es matar a mis cuentos. Despojarlos de su estatus de entes sobrenaturales que habitan en mi cabeza, y son la sangre de mi corazón. ¿Un nombre qué es? Me dirás si soy todo eso. Si mis cuentos pueden ser yo. Si tenemos, los unos para con los otros, algún derecho a reclamar la  luz de la superficie del lago. ¿Qué es tan maravilloso de esas lápidas? ¿Lo eran antes de que el buzo sorprendido bajara a descubrirlas, a pensar en esas ignotas almas?

   Ahora es el mes número once de mi blog. Esta es mi foto de hoy. El mes que viene… será otro día. Yo te diré si es diferente. ¿Serás capaz de decirme vos si te resulta lo mismo?

(El tweet sobre el cementerio turco, de Ezra Kirmizikaya, está aquí)

(La foto anterior pertenece a un tweet de Eduardo Archanco, que compartió una nota preciosa y atrapante acerca de descubrimientos en Camboya, vista en The guardian: Revealed: Cambodia’s vast medieval cities hidden beneath the jungle. Tweet: ♥)

(La primera imagen es de los chicos de Pixabay. ¿No es hermosa también?)

 

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